La newsletter más punk sobre copywriting, creatividad y ventas.
#GodSaveTheCopy

Esta newsletter es rara. Si te apuntas, recibirás un email al día de lunes a viernes. En estos emails te enseñaré a escribir para vender y a ser (y parecer) más sexy y divertido que tu competencia. También te contaré los entresijos de mi propio negocio. Qué hago y por qué lo hago. Objetivos, estrategia, datos. Si te va el morbo, deberías apuntarte para contemplar en primera persona los tropiezos y los aciertos de alguien que quiere hacer crecer su negocio de forma poco convencional. Lo mismo hasta aprendes algo. Ya te dije que era rara
Por qué deberías apuntarte a
#GodSaveTheCopy
Me metí en esto porque antes trabajé en muchas empresas.
Empresas de esas que te ponen coche de empresa y te dan Tickets Restaurant.
En mi contrato ponía que era comercial, así que mi trabajo consistía en vender cosas a gente.
Llevaba americana y tacones.
Tarjetas de visita.
Folletos y merchandising.
Sonreía mucho. Me dolía la puta cara de sonreír. Me decían que la sonrisa era muy importante, y yo sonreía.
También me obligaban a estudiarme guiones de venta espectaculares para personas con insomnio o amantes de la papiroflexia.
Me pasaba los días pateando las calles y los polígonos buscando clientes.
Algunos llevaban corbata, otros mono.
Algunos eran buena gente, otros no.
Algunos me hacían caso y me compraban, otros me decían aquello de “lo siento, bonita”.
Y ahí, en el barro, aprendí muchas cosas.
Cosas que NO se aprenden en los despachos.
Cosas como por qué utilizar argumentos racionales para que la gente te preste atención y te compre es equiparable a tener tos y rascarse el codo.
Cosas como el poder del storytelling para conectar con las personas y que ellas hagan lo mismo con tu marca y tu producto.
Así que, cuando mis cifras de venta empezaron a caer, decidí cambiar de estrategia: reduje las visitas comerciales al mínimo y en su lugar empecé a mandar emails en frío.
En estos emails contaba historias a mis potenciales clientes.
Si hacía calor y sudaba, se lo decía.
Si tenía un mal día, también.
Si el sábado había cantado “It’s raining men” en un karaoke, también.
Empecé a enviarlos y funcionaron bien.
Mucha gente respondía diciéndome que me pasara por allí para hablar tranquilamente.
Pasé de hacer visitas en frío, a visitas más calientes que el cenicero de un bingo.
Mis ventas empezaron a subiR, y yo comencé a ganar más pasta de lo que mis veintipocos años eran capaces de asumir…
Todo iba bien, muy bien, pero entonces pasó algo.
Esta estrategia llegó a oídos de mi jefe y (girito inesperado) me prohibió continuar con ella.
Mis emails eran vulgares.
Demasiado personales y poco “corporativos”.
Una vergüenza.
Tuve que seguir con los guiones y al poco tiempo decidí pedir la cuenta.
Bien.
De esto ya han pasado muchos años, pero por suerte la mayoría de empresas siguen pensando lo mismo.
Y digo por suerte, porque tanto tú como yo, podemos beneficiarnos de esa manía de creer que ser profesional es sinónimo de ser insultantemente aburrido.
De dar pereza, mucha pereza.
En un mercado saturado de gente que hace y dice lo mismo, diferenciarse y sobresalir no debería ser complicado.
Basta con tratar a la gente como seres humanos y asumir una cosa: nadie te va a regalar su atención, tú vas a tener que ganártela.
Solo cuando lo hagas, cuando estés dispuesto a asumir que la gente no quiere escucharte, empezarás a buscar la fórmula para que lo haga.
Para que lo haga y te compre, claro.
Tal vez si estás aquí, sea eso lo que estás buscando, así que sirva todo lo anterior para confirmar tu sospecha de que:
Cualquier empresa o profesional de cualquier sector,
venda neumáticos o coaching para divorciados,
tenga 1 o 1000 empleados,
con o sin Tickets Restaurant,
puede vender mucho más tan solo cambiando la manera en la que comunica sus productos o servicios.
Ese cambio se llama copywriting punk y es lo que vas a encontrar si te suscribes a #GodSaveTheCopy.
Cada día de lunes a viernes, mando un email con historias y consejos que poder aplicar en la comunicación de tu negocio para que la gente quiera escucharte y después quiera comprarte.
Además, voy a compartir contigo el backstage de mi negocio: con objetivos, estrategias y datos. Me pillas en un momento en el que quiero crecer y lo quiero hacer con acciones poco convencionales. Quédate para contemplar el desastre o para aprender que otra manera de hacer las cosas es posible.
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