Cómo ganarle 40 minutos al día gracias a Instagram

Andrea VAM
Andrea VAM

Copywriting y estrategias de voz de marca
Huyo de los convencionalismos como de la cerveza caliente. Escribo cosas para que tú vendas. Me gustan los tacos (cocinados y hablados).

Instagram me ha bloqueado la cuenta y llevo más de 2 horas intentando recuperarla sin éxito. La movida pasó el viernes y no le di importancia, pero hoy martes la verdad es que me está empezando a tocar los cojones.

Esta red me produce bastante rechazo y al mismo tiempo le dedico una media de 40 minutos diarios. Una paradoja bastante habitual en esta época, junto a la de seguir perfiles de gente que nos cae mal y cuyas supuestas vidas perfectas detestamos, pero al mismo tiempo somos incapaces de dejar de mirar.

¿Te imaginas todo en lo que podría invertir 40 minutos al día?

Igual ahora mismo podría tener un C1 en chino mandarín o ser bailarina de pole dance.

Me pregunto si no será cosa del destino y que en cierto modo, la gente de Menlo Park me esté haciendo un favor. Me cuesta comprender qué motivos ocultos pueden albergar esos señores para bloquearme a mí, que lo máximo a lo que aspiro es a subir un storie a la semana con cosas como mi perra, las brasas de una barbacoa o algún filtro cutre con la cara de mi mejor amiga, pero chica, yo qué sé.

 

#godsavethecopy

No deberías fiarte de mí.

No tengo un mural repleto de logos con los sitios donde he salido.

Pero si te gusta el riesgo, suscríbete a mi blog y semanalmente recibirás un email que te promete 2 cosas:

La más importante, no provocarte bostezos. 

La segunda, hacer que aprendas cosas sobre copywriting y ventas para aplicar a tu negocio (o muchas veces, a tu vida).

 

Muchos utilizan Instagram para compartir su vida e intereses con los demás, me imagino que en el fondo buscando un poquito de aceptación y reconocimiento ajeno.

También hay gente que la usa como una estupenda metáfora para ponerle un filtro a su existencia de mierda.

Otros, para follar.

Un sector amplio la usa para buscar ideas e inspiración de gente y cosas que poder aplicar luego a sus vidas para mejorarlas en algún aspecto y acercarse a su “mejor versión” (porque “conformarse” con la actual al parecer es de gente mal).

Y luego están las empresas, que la usan para conectar con su audiencia, crear una comunidad y en definitiva llenarse los bolsillos.

Si Instagram fuese una granja, las empresas serían los ganaderos y nosotros vacas preñadas full time.

Antes de que existieran las redes sociales, no existía ningún ecosistema tan proclive a la venta como este. Si lo piensas bien, es un auténtico paraíso que te permite segmentar por cualquier aspecto a tus posibles clientes.

Su edad exacta.
Si comen bien.
Si les gustan los coches o las tartas, o las dos cosas.

Cuéntale esto a un tío de mediados del siglo XX con una empresa y le estalla la cabeza.

A ver, que no me guste Instagram no significa que no sepa apreciar que si tienes una empresa es una oportunidad histórica para llegar a tu público. Sin embargo, cada vez veo más empresas cuya estrategia consiste básicamente en meter publi en esta red y olvidarse de todo lo demás, y qué quieres que te diga, eso me parece dejar el completo devenir de tu dinero en manos de un tercero y una idea no muy buena.

(Ya hemos visto que a la gente de Menlo Park a veces les gusta bloquear cuentas).

Ahora mismo Instagram está tan presente en nuestras vidas que hasta nos hemos inventado el adverbio “instagrameable”. Hay restaurantes que se autodenominan así, no te miento.

Una palabra fea, larga y complicada, pero da igual.

En definitiva, Instagram nos roba tiempo de vida y nos acompleja, pero ahí seguimos haciendo scroll, provocando que la rueda del dinero no cese.

Sí, también tiene cosas buenas para ti como usuario, lo sé, pero no son el objetivo de este post.

Me dirás que por qué solo hablo de Instagram y no de Facebook o Twitter, pero es que creo que ha sido Instagram la red que ha supuesto el cambio definitivo en la forma de contemplar y monetizar un negocio.

En mi opinión, la intencionalidad en cada red ha sido muy diferente desde sus orígenes.

Con Tuenti al inicio y Facebook después, se perseguía una interacción social con tus amigos. Salías de copas, hacías fotos, etiquetabas a la peña y comentabas la cara de borrachos de unos y otros. A veces salías más agraciada, otras parecías un Gremlin en el Aquopolis. No había mayor problema.

Instagram difiere mucho de esto. Me he inventado una metáfora que creo que se entiende:

Instagram es como un escaparate de una tienda de ropa. Normalmente en los escaparates se suele exhibir las últimas tendencias, lo más actual, todo chic, divino, lo mejor de lo mejor.

Luego entras a la tienda, que es como si fuera tu vida real, con sus luces y sombras. Ahí hay de todo, ropa bonita y también conjuntos infumables.

Por último, en todas las tiendas de ropa siempre hay una trastienda donde se guarda todo aquello que ya no vale. Taras, prendas de otras temporadas… Todo está hecho un puto desastre por norma general. Esta es la parte de tu vida que muestras a un círculo muy cercano y a veces ni eso.

Si en Facebook muchas veces te pasabas a dar una vuelta por la tienda, Instagram es ese escaparate en el que hay una gran necesidad por exhibir lo bello.

Esto se aprecia en las marcas que tejen ahí su red de pesca, pero muy especialmente en los peces que nadamos por ahí. Marca personal y todo ese rollo. Algo que no te digo que no exista como tal, pero cuyo término me escuece porque me recuerda que todo está mercantilizado, incluidos tú, yo y tu prima la tacones.

Utilizar de manera completamente generalizada la palabra “marca” para referirnos a nosotros mismos es sin duda un síntoma de que el consumismo nos tiene malos, malitos.

Eso es así.

Que yo venda gracias a mi “marca personal” no quita que no pueda criticar este término. Hay algo atractivo en hacer dinero gracias a algo cuyo concepto me parece cuestionable.

Creo que me entiendes.

Esta es la vida que nos ha tocado vivir, así que habrá que sacarle partido.

Por suerte, creo que más pronto que tarde, todo esto mutará e Instagram será historia, pero podemos hablar de ello en otro post.

¿Cómo lo ves tú? ¿Te gusta Instagram y lo usas a menudo o te parece un invento del demonio?

Cuéntamelo en los comentarios.

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Tinita
Tinita

Deberías apadrinar una de mis vacas: Nubia, Nur, Zenda, Tosca… ah y tb tengo un torito que se llama Tizón. Veo que desde tu paso por Cantabria las vacas se han instalado en tu vida! jajaja

Daniel
Daniel

Exactamente así me siento cada vez que abro IG. Peña a la que odio pero que no puedo dejar de seguir. Sí es una gran herramienta de MK, pero cuando usas la lupa solo ves a gente demasiado joven bailando como un pato mareao.

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