No sé si te lo he contado, creo que no, pero en septiembre me apunté a clases de Improvisación Teatral.
Lo hice por muchos motivos, pero el principal fue este negocio.
Al contrario de lo que puede que pienses, hacer impro no es algo solo destinado a gente (hippies en su mayoría) que se juntan en una sala de teatro de barrio para hacer el gilipollas.
Bueno, un poco de esto sí que hay, pero también hay todo un mundo detrás.
Si te tomas en serio esta disciplina (y no solo la pones en práctica el rato de las clases), tiene la capacidad de modificar tu forma de ver y entender la vida, y en consecuencia, de ver y entender tu negocio.
Bueno, y eso por no hablar de que es de las cosas más divertidas que he hecho en mi vida. Y creo que he hecho cosas muy divertidas..
De la impro podemos sacar cientos de aprendizajes, nos daría para una newsletter solo de impro y eso estaría muy bien, pero hoy hablaremos del principal. El que te cuentan el primer día pones un pie en la sala llena de hippies.
Y es el siguiente:
En impro, no existe el error.
Es decir, el resultado NO importa.
Que esto sea así no quita que no exista cierta metodología que nos ayude a mejorar en el arte de improvisar. Por supuesto que la hay, como hay impros mejores que otras. Pero su mayor contribución al teatro (y a la vida) está en demoler el intelectualismo y apostar por la espontaneidad.
Bien.
En el terreno del copywriting, al contrario que en el de la impro, los resultados importan.
Joder que si importan.
Que se lo digan a los clientes.
#GodSaveTheCopy
Una newsletter sobre copywriting, creatividad y ventas.
Si te va el morbo, apúntate para contemplar en primera persona los tropiezos y aciertos de alguien que quiere hacer crecer su negocio de forma poco convencional.
Es gratis
La gente invierte dinero en este servicio para recibir algo a cambio. Más clientes, más leads, más lo que sea.
Resultados, esa es la palabra.
Y no es solo propiedad de este negocio. Lo es de cualquiera. Del tuyo también. Seguro.
Si vas a la peluquería para hacerte una decoloración guay y moderna, y te dejan el pelo color Donald Trump, tú te enfadas porque no querías esos resultados.
Si vas a un restaurante, pides un solomillo poco hecho y te traen una suela de zapato, también.
Todo en esta vida son putos resultados.
Menos en improvisación, claro. Cuando entras a esa sala, la única certeza que tienes es que no importa nada lo que hagas, que todo estará bien hecho.
Y eso da gustito.
Vivir con el “yugo” del resultado puede hacernos mucho más obsesivos (me ha pasado), frustrados (me ha pasado) y ansiosos (JAJAJAJsí soy).
Y ese estado mental que persigue los resultados por encima de todo, paradójicamente, lo único que consigue es que los resultados se vayan a la mierda.
¿Me entiendes?
Creo que me entiendes.
Perseguir el resultado en tu negocio está bien, pero hacer como si no existiera es la mejor manera de alcanzar soluciones mucho más creativas que luego generan resultados.
El éxito está en ese baile.
Así que nada, si quieres resultados, apúntate a un grupo de hippies de los míos. Somos gente maja.
Porque con impro o sin ella, son así.
Feliz día.