Por si no lo sabes, tengo una perra que se llama Suri.
Es pequeña, blanca y le gusta ladrar a los limpiaparabrisas.
Esta mañana mientras paseábamos por el barrio, ha empezado a llover. Íbamos por la acera de una amplia avenida por la que circulan los coches. Y cuando llueve pues lo normal es que la gente ponga los limpiaparabrisas. Para no estamparse y esas cosas.
Suri eso no lo entiende, es una negacionista de la lluvia.
Así que ha empezado a ladrar como si le fuera la vida en ello. Para ella, aquel movimiento derecha/izquierda debe simbolizar algo así como la apertura de las puertas del infierno.
Ponerme a razonar con un perro es complicado.
Así que cuando esto ocurre, lo único que puedo hacer es aligerar el paso hasta casa o buscar calles peatonales lejos de los limpiaparabrisas.
Podría haberme sentado en un banco de la avenida y hacerle ver a Suri que no pasa nada. Que nadie se va a morir, que puede estar tranquila. Pero ella no me entiende y yo no soy César Millán.
Hay quien pensará que tengo una perra estúpida. Pero ella es un perro y su cociente intelectual es limitado.
Sin embargo, todos somos un poco como Suri.
Ladramos más que escuchamos y no nos gusta nada que nos digan lo que no está bien (sobre todo si pensamos que es verdad). Así que en lugar de enfrentarnos a los problemas, preferimos cambiar de calle para no verlos.
Cuando haces esto en tu vida personal es una cagada inmensa.
Cuando lo haces en tu vida profesional, también.
Tarde o temprano vuelve Paco con las rebajas y ya no hay calle que valga para esconderse.
Todos deberíamos aprender a escuchar más y ladrar un poco menos.
Si quieres saber cuál es el principal activo que debe tener un copy, sin duda es ese: LA ESCUCHA.