Y sin haberlo planeado, me ha salido un pareado.
Antes de trabajar como freelance, estuve muchos años haciéndolo para diferentes empresas.
Empresas de todo tipo y puestos de trabajo de todo tipo.
No te pienses que lo de ganarme la vida escribiendo fue nada más terminar la carrera, qué va. Mi vida laboral ha dado más tumbos que una peli de Indiana Jones.
He comido muchísima mierda, te lo juro.
Horas extras no pagadas (oh, menuda sorpresa, pensarás), muy malas formas por parte de superiores directos e incluso acoso. La combi completa.
En muchas de estas empresas, las directrices de mis jefes solían chocar con frecuencia con lo que a mí me parecía ético.
La venta siempre estuvo por encima de cualquier otra cuestión.
Daba igual que los clientes te dijeran que no había pasta.
Daba igual que fueran negocios que se caían literalmente a cachos.
Daba igual que tú supieras que esa peña no iba a poder pagar y que probablemente iban a embargar su cuenta.
Tu trabajo era vender, no pensar en la vida de los demás, joder, que pareces el puto Cáritas.
Por eso, ahora que soy yo la que dirige el cotarro (quién si no) una de las cosas que más valoro es poder agarrar el cetro y saber que aquí las cuestiones éticas las decido yo.
¿Ser una persona íntegra me convierte automáticamente en una buena marca personal?
No, pero también te digo: sin integridad es imposible que llegara a serlo algún día.
El otro día leí una historia que ejemplifica esto.
Al-Juarismi fue un reconocido matemático persa que vivió entre los siglos VIII y IX.
Estando en clase, uno de sus alumnos le preguntó cuál era el valor del ser humano. En aquellos siglos los chavales preguntaban por algo más que por la clave del wifi.
Esta fue su respuesta:
Si tiene ética, su valor es =1.
Si además es inteligente, agrégale un 0 y su valor será =10.
Si también es rico, le añadiremos otro 0 y su valor será = 100.
Si además de todo eso, es también una buena persona, le añadiremos otro 0 y su valor será =1000.
Si tiene el torso como Leónidas… (vale, esto no lo dijo)
Y finalizó diciendo:
Pero si pierde el 1 que corresponde a la ética, perderá todo su valor, pues solo le quedarán ceros.
Sin valores éticos ni principios sólidos no queda nada.
Como dijo Sallie Krawcheck, CEO de Ellevest “Si tienes que escoger entre tu ética y tu trabajo, escoge tu ética. Siempre puedes encontrar otro trabajo”.
Ser ético no es igual a no tener actitud de venta.
Ser ético significa vender con ética y además trasladando unos valores a tus potenciales consumidores con los que puedan sentirse alineados; convirtiendo la venta en la consecuencia de un discurso con el que se sienten identificados.
Y no hay que ser muy lista para saber lo que atrae todo esto:
Negocios éticos = Consumidores éticos
Vender con ética y siendo honestos es parte indivisible del copywriting.
Por ejemplo, lo contrario a lo que hace la gente de Herbalife o Power Balance.
Y solo hay algo mejor que vender con ética, trabajar con clientes que la comparten y ayudarles a ganar dinero.
Al-Juarismi estaría orgulloso de nosotros.
¡Feliz viernes!
Tía, eres muy grande… te llevo siguiendo un tiempo y todas las semanas espero tu email.
Gracias
Jajajaja, mido 1,75 concretamente 😛
¡Gracias a ti, David! Por estar al otro lado y animarme a seguir con este rollo.
Un abrazo