Con Twitter me pasa una cosa.
Me divierte.
Lo odio.
Me divierte.
Lo odio.
¿Por qué me divierte?
Es evidente, hay gente muy ocurrente diciendo cosas muy ocurrentes y divertidas.
¿Por qué lo odio?
Porque hay un montón de gente agotadora intentando parecer interesante e inteligente.
Gente que me cae mal, muy mal.
Pero mal en plan, te tiraría una copa de Martini a la cara, como en las películas, delante de todos tus amigos, esos con los que intercambias mensajes onanísticos desde tu cuenta.
Me preocupo, joder.
¿Qué clase de persona soy?
Una malísima.
¿Cómo me puede caer tan mal alguien que no conozco?
Porque soy una persona malísima.
¿Cómo puedo pensar que esa persona que no conozco es un completo inútil pretencioso de los cojones?
Te lo acabo de decir. Porque soy una persona muy pero que muy mala.
Pero, ¿sabes qué es lo más curioso de todo el asunto?
Que en Twitter, pierdo más tiempo investigando a la gente que entra en este saco, que a las personas que admiro y respeto. Por suerte, la mayoría.
Así que además de una persona malísima, también soy bastante imbécil.
A veces me he metido en cuentas de personas cuyos tuits me daban ganas de morirme y he hecho scroll infinito y leído hasta el final.
Se me ha quedado frío el café y todo.
Una cosa loquísima sobre la que he pensado mucho.
Y en este email te voy a contar mis conclusiones al respecto.
Porque creo que tienen mucho que ver con la forma en que los humanos nos sentimos atraídos por las cosas.
Si hay algún psicólogo en la sala, que por favor y quiere aportar algo de luz, adelante.
Mientras, yo me lo voy a llevar a mi terreno.
Verás, me he dado cuenta que hay un patrón que se repite y que me hace seguir a estas personas.
Me sorprenden todo el rato.
No dejo de asombrarme con lo que hacen/dicen.
Me desconciertan.
Me siento como en un puñetero safari, como si estuviera siendo testigo del comportamiento de otro tipo de especie que no es la mía.
Me dan ganas de ponerme pantalones desmontables y sacar la reflex.
Todo el rato pienso cosas como:
Es increíble
¿No le da vergüenza?
Madre mía, lo que hay que oír
Las personas solemos pasar la mayor parte del día en un estado neutro.
Así que cuando nos topamos con algo que nos sorprende (para bien o para mal) es normal que nos atrape.
En un mundo gris, buscamos lo raro, lo ajeno, lo que se sale de nuestros moldes.
Lo que sea que nos despierte de ese estado neutro.
Queremos acción en un mundo en el que los estímulos que recibimos trabajan en la misma frecuencia.
Queremos marcas que nos cojan de las solapas y nos sacudan. Incluso para mal, sí.
Marcas que poder odiar.
Gente que nos caiga mal.
Queremos que pasen cosas que nos hagan cambiar de estado.
Por ejemplo, si quieres vender algo en tu web, el mayor de los pecados es dejar a la gente exactamente igual que cuando llegó.
Eso no tiene perdón.
Si vas a hacerlo mal, que sea sorprendentemente mal. Pero si eliges sorprendentemente bien, servicios copywriting.
Feliz tarde.
P.D: El buzón para La Copydista de los viernes está abierto. Puedes hacerme una pregunta y puede que sea una de las seleccionadas.