Desde que monté la web y empecé a comunicar a familiares y amigos la manera con la que pretendía pagar las facturas a final de mes, te puedes imaginar cuál ha sido la pregunta más recurrente a la que me he tenido que enfrentar:
Pero, Andrea, ¿qué hace exactamente un copywriter?
Normalmente acompañan la pregunta de una cara que expresa algo así como “no entiendo nada”.
Ojalá haber hecho una foto de cada una de esas caras. Ahora mismo podría estar exponiendo en el Guggenheim con una serie titulada What the fuck is copywriting.
Esto, en el fondo, es lógico. Me refiero a la pregunta.
Cuando dices que eres copy la gente suele relacionarlo con la escritura, sí. Saben por dónde van los tiros, pero poco más. No tienen ni idea de lo que hace un copy ni cuál es el beneficio real de contratarlo.
De ahí la pregunta.
Hoy en día la gente está incluso más educada en otras disciplinas digitales como el SEO. Al menos saben más de qué va la vaina. Del copy, ya te digo que lo mínimo para pasar el día. Gente con gafas que escribe cosas, y poco más.
Por eso, voy a explicarte de una vez por todas qué hace un copywriter. Y lo voy a hacer de una manera tan simple, que va a ser difícil que lo olvides.
Mira, es tan fácil que me da hasta vergüenza.
Ahí va:
El trabajo de un copywriter consiste, básicamente, en sacudir al lector.
Aquí todos somos lo suficientemente listos como para saber que hablo de una sacudida metafórica. No me refiero a que cojas a nadie y lo varees como un olivo. Eso tal vez funcione, pero al menos yo no lo he probado.
El objetivo del copywriting es sacudir al lector, para llevarlo de un estado emocional a otro.
Básicamente, moverlo de un estado de “yo solo pasaba por aquí”, al más puro estilo Luis Eduardo Aute, a otro de “dame la mandanga y déjame de tema”, que diría el Fary.
En definitiva, que compre, se suscriba, o lo que sea el objetivo de la página.
Para lograrlo, por supuesto que lo primerito que hay que conseguir es captar la atención.
Sin atención, no hay lectura. Y sin lectura, no hay venta.
Esto, si lo trasladamos a un gráfico podría ser algo así:
Pero, ¿cómo?
Vale, ahora que ya sabes qué hace un copy, me imagino que la siguiente pregunta que está atravesando como una flecha tu curioso y previsible cerebro humano es la siguiente:
¿Cómo logra un copy captar la atención de un lector, hacer que lea hasta el final y sacudirle para que saque la tarjeta?
Aquí es dónde viene lo gordo.
Voy a responderte a la gallega.
Si esto fuera un juego de rol y los copys tuviéramos que ir por ahí sobreviviendo gracias a una habilidad en concreto, ¿cuál crees que sería?
¿Tener estilo a la hora de escribir?
Hombre, siempre ayuda, pero no. No es lo esencial.
Hay una habilidad que distingue a un buen copy de otro no tan bueno. Y no es otra que la curiosidad. Ser cotilla ayuda, y mucho, a escribir textos que vendan solos.
Da igual que tengas que escribir sobre zapatillas, taladradoras o terapia de pareja.
Si quieres dar el callo con tus textos, te va a tocar investigar como un salvaje.
¿Qué busca tu público?
¿Dónde lo busca?
¿Cómo se expresa?
¿A qué se dedica?
¿Qué cena por las noches?
Cuanta más información, mejor. Cuanto más curioso seas, mucho mejor.
Tranquilo, no es necesaria ni la gabardina, ni tampoco el típico periódico con agujeros. Por suerte internet es una herramienta increíble para esta tarea. Hay un montón de maneras para acceder a numerosa información: foros, redes sociales…
Este proceso es la base de cualquier trabajo de copy. Gracias a la investigación previa, los copys logramos conocer a nuestro cliente mejor que su propia madre.
Y solo así, conseguimos abrir la puerta del universo inconsciente que hay detrás de cualquier decisión de compra.
Si quieres vender, necesitas cruzar esa puerta
Quédate con esto. Cuando compras algo (que no es de primera necesidad) siempre lo haces por un motivo. Y normalmente no es por el que tú te crees.
En cuanto eres consciente de esto, cruzar la puerta está chupado.
Pongamos ejemplos esclarecedores.
Esa chaqueta que valía 60 pavos y que viste en Zara, y joder, sabes que no la necesitas, pero qué bien me quedaría con esta camisa. Y al final, tarjetazo.
Y quizás llegas a casa pensando que eres un loco/a de las compras sin remedio.
Pero lo cierto es que no.
Hay algo más detrás de esa necesidad de comprarte algo que no necesitas: el cómo te hace sentir cuando lo llevas puesto. El status que te confiere.
No compras chaquetas, de alguna manera compras reconocimiento (propio y ajeno).
Si entiendes eso, acabas de cruzar la puerta.
Otro ejemplo.
El otro día me volví loca en Ikea comprando cosas para el despacho.
¿Las necesitaba? Lo cierto es que no. Con tener una mesa, una silla y un ordenador me basta. Y eso ya lo tenía.
Pero vi la lámpara Misterhult y no pude resistirme.
¿De verdad estaba comprando solo una lámpara que decorara mi espacio de trabajo?
No, estaba comprando la idea de sentirme bien trabajando en un lugar agradable.
Estaba comprando sentirme bien. No una puta lámpara.
Aquí está la puerta.
Cada una de estas puertas nos transporta al universo inconsciente de nuestros deseos velados.
Y aquí es donde los copywriters encontramos eso que hace que las palabras conecten con las necesidades reales, y surja la magia de la venta.
Básicamente nuestra misión es cruzar la puerta, acceder a ese deseo velado, y escribir unos textos en consecuencia.
Ni más ni menos.
Espero que te hayas quedado con la copla 💃
Pero si no, mi correo siempre está disponible 😊