Seré breve.
A muchos clientes les preocupa que los textos de su web sean demasiado largos.
Les preocupan los textos largos, porque creen que son aburridos y no quieren que sus clientes huyan de allí como si fueran Sarah Connor en el 84.
Quieren una web profesional y mucho texto no es profesional.
Una web limpia, minimalista.
Una de esas que tiene cuatro bloques de texto con mucho margen y un CTA con un macbook de fondo.
¿El motivo?
Según ellos, la gente no lee.
Pues claro que sí, con dos c*jones.
De verdad, hay mucha gente que comulga con esta idea: la de que es preferible una web visualmente atractiva y con poco texto que no empache a los usuarios.
Tratan a sus potenciales clientes como si acabaran de salir de «La isla de las Tentaciones».
Y sobre todo, no se dan cuenta de dónde está la clave:
A la gente le gusta leer cosas que le resuelve problemas y que conecta con la parte emocional que se esconde detrás de estos problemas (aunque muchas veces ni siquiera sean conscientes de esto último).
Pues claro que a la gente le gusta leer. Lo que no le gusta es leer cosas que no tienen nada que ver con ellos y que aburren a las piedras.
No les gusta que se note que intentes venderles algo.
No les gusta que les tomes por estúpidos.
Si el texto está bien trabajado y tiene clara cuál es su función, una web con más texto, no es una web menos profesional.
Ojalá poco a poco cambie este paradigma y empecemos a darle al texto la importancia que merece.
Ojalá falte poco para que los copys estemos reconocidos como lo están nuestros colegas diseñadores.
Ojalá tú te unas a esta revolución con tu negocio.
Ojalá que llueva café en el campo.
Porque, ¿te imaginas qué pasaría si a un diseñador le dijeran que no haga la web demasiado bonita porque a la gente no le gustan las cosas bonitas?
Pues eso.
Feliz tarde.
P.D: Si eres uno de esos revolucionarios, manifiéstate.