Un email muy personal

Puede que este sea el email más personal que he enviado a esta lista, así que disfrútalo o destrúyelo como si fuera un cinturón faja.

Verás, en estos 2 años como freelance he tenido muchas cagadas. También he tenido aciertos, bastantes aciertos, pero hoy quiero que hablemos de un lastre que sigo arrastrando desde los inicios.

Ese lastre pesa. Por algo lo llamo lastre. Y aunque cada vez pesa menos, de vez en cuando se asoma y llama a mi puerta como solo haría Jack Nicholson en el hotel Overlook.

¿De qué estoy hablando?

De una cierta tendencia a devaluar mi trabajo.

Sé que esto entra dentro de la normalidad de muchos profesionales y no es algo ni remotamente nuevo y en lo que nadie haya puesto el foco antes, sin embargo cada vez es más difícil encontrar personas que se atrevan a mostrar esa faceta vulnerable.

Porque sí, decirte esto escuece…

Se supone que esta newsletter debería servir como ejemplo para que entiendas lo buena que soy escribiendo para captar la atención de la gente (la primera, la tuya). No para contarte que todavía me cuesta creer que haya gente dispuesta a pagar bastante pasta por tenerme dentro de sus proyectos.

Me he pasado mucho tiempo haciendo el imbécil, agazapada en una esquina procurando hacer el mínimo ruido posible y con una rumiación mental constante:

La idea de que en el fondo no soy “tan buena” como piensas, y tan solo soy una impostora ejerciendo el papel de alguien más interesante e inteligente cuya argucia tarde o temprano saldrá a la luz.

Ahora también lo pienso, pero intento que no se note. O intentaba, no sé.

Esta idea de sentir que no soy tan válida no es importante per se, lo que es más importante es todo lo que arrastra a su paso afectando a mi negocio como ninguna otra variable.

Ni el mercado, ni la guerra, ni el verano, ni la madre que lo parió.

Nada impacta tanto en la cuenta de resultados de una empresa o un negocio como la propia percepción que tenemos de nuestra valía.

Cuando sientes que no te mereces algo, actúas como si de verdad no lo merecieras. Y viceversa.

Esta forma de ver las cosas me ha hecho vivir equivocada mucho tiempo.

Pensaba que tenía claro lo que quería, pero eso que quería en el fondo era solo lo que estaba dispuesta a creer que quería.

Es un trabalenguas, pero es así.

No aspirar a demasiado me permitía acomodarme en lo conocido. Cuanto más alto subas, más grande puede ser la caída y mi objetivo siempre fue llegar a la meta sin un rasguño.

Por pereza, por miedo.

Exposición cero, cero posibilidades de salir herida.

Autovaloración cero, lo mismo.

Sin saberlo, he vivido en una jaula. Como si fuera una iguana en uno de esos terrarios que les impide crecer hasta alcanzar su tamaño ideal. Solo que la llave para salir siempre la llevaba encima.

Aunque ya no. No tanto. La iguana ha salido del agujero.

Nada ha cambiado, pero yo he cambiado y entonces todo es distinto. Y contártelo aquí forma parte de esa transformación. Porque siempre supe que vulnerabilidad y autoridad son mejores amigas (al contrario de lo que pueda parecer).

En definitiva, la personal turra que te estás zampando hoy es para decirte que mucho más importante que lo que puedan pensar tus clientes de tu negocio, es lo que piensas tú.

Ese es el verdadero germen de todo.

Cambiar la mentalidad.

Salir del terrario, pero sin olvidar que caminas sobre esa tierra húmeda y llena de gusanos.

Y ya, luego, cuando consigas todo eso, puedes hacer click aquí para contratar los mejores servicios de copywriting de todo mi código postal (que se note que ahora me lo creo).

Feliz día.